Nuevas tecnologías, nuevas consolas, nuevos formatos de disco, y nuevas televisiones, claro. De un tiempo para acá solo se oye 4k por aquí, 4k por allá.Pero, ¿de verdad te hace falta una TV 4K? ¿De verdad vas a sacarle provecho a una televisión nueva o simplemente es un capricho sin una justificación de verdad?
¿Qué diferencia a un TV 4K de una normal?
La principal diferencia entre las televisiones FULL HD que son actualmente las reinas del mercado y lo nuevos modelos en 4K es, a grandes rasgos, los píxeles. Es decir, mientras que en una TV FULL HD encontramos 1920×1080 píxeles, en una TV 4K esas cifras son mucho más altas. Concretamente 3,840 x 2,160 píxeles. Lo que nos deja con una imagen unas 4 veces más grande.
Esta diferencia hace que, donde antes había un píxel, ahora haya 4. Algo que se traduce en más detalle en las imágenes, colores más claros y más definición.
No es oro todo lo que reluce
Porque a menos que estemos viendo contenido creado en 4K, no vamos a ver una diferencia tan abismal. ¿La razón? Que si nos encontramos ante contenido pensado para verse en 1920×1080 y lo reproducimos en 4K, la imagen se «reescalará«.
Lo que significa que la imagen se adecuará para verla en esta nueva calidad. ¿Se verá mejor? Probablemente sí, pero no será una diferencia abismal, como en el caso del 4K real. Lo que nos deja con la pregunta sobre la mesa, ¿merece la pena?
Entonces, ¿me compro una TV 4K?
La respuesta depende de tus necesidades como usuario. Si solo usas la televisión para ver series, alguna que otra película y las noticias, no, desde luego que no. Sobre todo porque la mayoría de contenido «normal» no está aún pensado para este tipo de tecnología.
Si por el contrario eres un fan acérrimo de la imagen, devoras películas y series y siempre buscas que todo se vea en la mejor calidad posible, la cosa cambia. Porque entonces buscarás el contenido en 4K para que tu nueva compra merezca (y mucho) la pena.
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