Te pones a sudar como si estuvieras en el desierto y, dependiendo de la potencia, puedes pasarlo realmente mal. Sin embargo, no podemos evitarlo, porque nos encata comer alimentos picantes. Y, cuanto más picantes, mejor. Pero ¿cuál es la razón de que desafiemos a la naturaleza y sus avisos? ¡Te lo enseñamos!
¿Qué le pasa a tu cuerpo cuando comes picante?
Desde el momento en el que nos metemos el picante en la boca, tu cuerpo comienza a reaccionar de varias formas. La primera de ellas es la sensación de que tu boca está en llamas. Una sensación que se incrementa cuanto más pique aquello que estamos masticando. Esto es, nada más y nada menos, que tu cerebro haciéndote saber que eso que te acabas de meter a la boca es venenoso. O, al menos, eso pretende representar el alimento en cuestión.
Unos instantes después, nuestro cerebro cambia de marcha. Y, para reducir ese «dolor» que estamos sintiendo, libera endorfinas, la hormona de la felicidad. Algo que, pese a no servir de mucho, es la razón por la que nos encanta la comida picante.
Adictos al «dolor»
Porque, cuanto más picante es un alimento, mayor reacción se desencadenará en nuestro cerebro. Y mayor será la producción de endorfinas. Consiguiendo, casi sin querer, que nos sintamos mejor que antes. Lo que, muchas veces, termina haciendo que comamos más picante aún.
¿El resultado? Que una reacción pensada para alejarnos de este tipo de comidas, termina por hacer que nos volvamos casi adictos a ellas. Algo muy parecido a lo que pasa con los deportes extremos. Y es que, pese a que pueda pasarnos algo, el «subidón» merece la pena. A menos, claro, que tu estómago no aguante el picante y pases un par de días malos.
La respuesta para combatir el picante
Sin embargo, no todo el mundo es fan de abrasarse la boca con la salsa más picante del mercado. De hecho, hay quien lo pasa realmente mal con cualquier cosa que encienda un poco su lengua. ¿La parte mala? Que no van a poder disfrutar de la comida mexicana. ¿La buena? Que tenemos un par de truquillos para vosotros. Porque no a todo el mundo le encanta comer alimentos picantes, y no pasa nada.
Si por cualquier motivo te has llenado la boca de picante y quieres acabar con el sufrimiento, hay un par de cosas que pueden ayudarte. La más efectiva es, sin duda, la leche. Y aunque otros productos lácteos como el yogur también ayudan, un trago de leche aliviará esa sensación tan horrible casi al instante. Pero si lo tuyo no es la leche, siempre puedes emplear tomates o limones. Ambos alimentos conseguirán parar en seco el fuego que arrasa tu boca tras comer picante.
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