A veces necesitamos un día de vacaciones, eso es así. Da igual si necesitas un descanso porque no puedes más o si quieres alargarte el finde. La parte mala es que, a veces, pedir los días que nos corresponden cuesta más de lo que debería.
De forma que saca tu bloc de notas y apunta, que vamos a enseñarte como se hace.
1.- No tengas miedo de preguntar
Puede dar un poco de respeto esto de «enfrentarte» a tu jefe para pedir unos días de vacaciones, pero la realidad es que esos días te pertenecen. Lo que tampoco significa que debas andar exigiendo nada. Si conseguimos pedir las cosas de forma amable mataremos dos pájaros de un tiro. Porque no solo nos darán nuestros días (probablemente), si no que no empeoraremos nuestra relación con ellos.
2.- No te olvides de tus compañeros
No, no nos referimos a que les preguntes a ellos qué les parece eso de cogerse un día libre. Si no a que os comuniquéis para organizaros. Y es que dejar únicamente a dos o tres personas ocupándose de todo puede ser un infierno.
Al final sois parte de un equipo. Y que tú preguntes y te organices con ellos hoy, puede significar que ellos hagan lo mismo mañana. Pudiendo así evitar que tengas que encargarte de más cosas de las que te tocarían.
3.- Hay momentos y momentos
Tu jefe no es un robot, aunque pueda parecerlo. Y por eso hay que saber «leerle» para ver cuando está de mejor humor y cuando es mejor evitarle. Porque, por mucho que sea una figura de autoridad, todos tenemos nuestros días malos.
Y claro, todos somos más proclives a decir que «si» a algo si estamos de buen humor. De forma que, cuando veas a tu jefe silbando en su oficina, lánzate a preguntar. Si por el contrario tu jefe es de los que nunca sonríen, solo podemos desearte suerte.
4.- Ojo con los días de vacaciones que pides
No todos los trabajos son iguales y, mientras que para algunos unos días de vacaciones no son mayor problema, para otro puede significar todo lo contrario. Ya que conviene recordar que, cuando se acaben esos días, toca volver. Y haber dejado algo a medias hace una semana puede convertir en un infierno. No solo porque te olvides, que también, si no porque el cerebro no es como un coche que podamos parar y arrancar a placer.
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